Un par de semanas controlando la meteo para una semana escasa de actividad, viaje relámpago a Ecrins con el PTA-Femecv.

Los objetivos, corredor norte de Les Bans y escalar en la cara sur de la Meije, una montaña que por su vertiente más soleada cuenta con paredes de 900 m.

Todo no pudo ser, el tiempo se nos estropeó los primeros y los últimos días haciendo que el regreso fuera adelantado un par de días, pero tampoco volvimos con las manos vacías.

 

 

Les Bans es una montaña de dos cumbres gemelas, que cuenta con una discreta altura para ser la cordillera alpina 3.669 m., pero reúne buenas condiciones para el alpinismo. Larga aproximación, un gran glaciar a sus pies, sin ruta normal que de un acceso fácil a sus cumbres, una línea de hielo que separa las dos cumbres y, además, se conserva en buenas condiciones prácticamente todo el año. Este era nuestro objetivo.

Entre tormenta y tormenta salimos hacia el refugio de La Pilatte desde La Berarde, casi cuatro horas por un bonito valle glaciar y un refugio situado a 2570 m., encima de la morrena de un glaciar muy activo todavía. En el refugio de La Pilatte, como en todos los de la zona, hay que reservar si queremos tener sitio en temporada, una temporada que comienza a principios de Junio y termina en Octubre, el resto del año se mantiene abierta una zona de vivac. Es bastante frecuentado, ya que desde él tenemos acceso al glaciar del mismo nombre, y varias de las cumbres que coronan este glaciar son de los ascensos más repetidos en esta parte de la cordillera, como las “Pointes de la Pilatte”.

El desayuno lo dan por turnos. Dependiendo de la actividad que hagas te levantas a una hora u otra, a nosotros nos toco el primer turno: a las 2 de la mañana. Con estos horarios franceses es difícil que te pille la noche, ¡¡valla madrugón!!

Salimos del refugio todavía de noche. Unos cables y escalones de ferrata dan acceso al glaciar, y desde aquí aún quedan unas tres horas de esquivar grietas a oscuras. Suerte que un guía francés va delante buscando el buen itinerario, aunque por la velocidad debía conocer el camino bastante bien. Nosotros nos lo tomamos con más calma para darles tiempo y no ir justo debajo de ellos en el corredor. Con las primeras luces llegamos a la rimaya, en la guía marca que es bastante complicada y que se cruza por la izquierda. Este año es al revés, se cruza por la derecha y con bastante facilidad. Entramos al corredor y descubrimos lo que ya nos anunciaba desde lejos el color de la nieve, las condiciones son increíbles, todo el corredor es una plancha de hielo que permite una progresión bastante rápida, en cuatro largos de 60 m. salimos de la zona más vertical y nos quedan unos 100 m. de menor pendiente para llegar al collado.

Según la guía “Escaladas en hielo en Alpes”, de Joan Quintana, la vía termina en este collado, ya que no da ninguna información más, y el único material que aconseja son ocho tornillos de hielo. A nosotros nos dio la impresión que el compromiso del que hablan las reseñas francesas de esta montaña empiezan en el collado, una arista de roca pésima con pasos de IV grado imposibles de proteger, te van conduciendo hacia la cumbre. Y desde esta continúas hasta encontrarte los rapeles de descenso, múltiples cordinos abrazando bloques de roca móviles, más que rapelar vamos medio destrepando con miedo a dejar todo el peso sobre las cuerdas. Seis rapeles te depositan en el glaciar y desde este, con una mínima parada en el refugio, bajamos hasta La Berarde, donde nos tomaremos un día de descanso.

Como los dos primeros días el tiempo no acompañó, y vuelven a dar tormentas, nos quedamos sin posibilidad de ir a La Meije… lo dejaremos para otro viaje. Y aprovechamos un par de días para escalar por zonas cercanas a La Berarde y conocer otros valles en cortos paseos por los alrededores para ir preparando futuros proyectos.

Cronica de Miguel

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